Del
continuado de matinée al telón que cae siguen
Los aserrados
bordes de muerte en vida toreándose
Ellos
buscan alear fuego con témpano. Sus dechados:
Estas
lágrimas tibias del atardecer la cara mojada
De abandono
y una agenda perpetua bajo la lluvia.
No te
apures no decolores el nombre del ausente
De tus
manos en tu pecho porque sobran palabras
Todavía
que pueden sonreír abrazar entornar tus ojos
Las que
conceden sueños de realidad y vida. Nunca
Digas
nunca amor: ellas siempre estarán llegando.
© Carlos
Enrique Cartolano. De Leyes, 2012
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