Caer
hacia arriba como sostuve páginas atrás, o acordar con Newton en la manzana: simplemente
derrumbarse. Pero siempre, caer. Nada más variable que la mirada, más cruel o
benévolo, más parcial, menos objetivo. Caer con la mirada, entonces; desde ella
hasta quién sabrá dónde. Los dioses –si es que pretendés una explicación divina–
tampoco saben, porque ellos asimismo caen, y ¡cómo caen!.
Caer
(c) Carlos Enrique Cartolano. Pajareras Imaginarias, 2019Ilustración: Web Farm (c)
1 comentario:
Un matiz: los dioses cuando caen -al menos por estos lares- tienen una caída, financieramente hablando, divina. Estando cubiertas sus espaldas les sigue importando nada la existencia de los humanos.
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