¿Quién arde primero?
¿El condenado o quien condena?
Sacudones de la mañana el gotero tapado no basta con
abrir
Ventanas cuando el vuelo naufraga desde temprano: el
sol arde
En la cera como agua en pico de pava o raíces bajo pentagrama
De azada como sangre verde en las nervaduras y como
estas
Mismas palabras atoradas en mi boca que besa
almohadones.
Mejor no salir. Hay una muñeca en el umbral su saco de
estopa
Devora imágenes con el afrecho: lleva los ojos fijos
desvaído
El color las manos son navajas ella es un sustantivo
liso mustio
Sin poros. Monigote de sonrisa fósil soy mi lanza rota
del alma:
Octubre milagrero en descampado pero aquí sólo entrega
silencio.
© Carlos Enrique Cartolano. De Plumas y susurros,
2012
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