dichoso el que singla cada mediodía
quien puede evanescer del garrote y de la daga
viendo a tarkovsky
su andrei rublev disuelve el tiempo le resta
cuanto conservara de crueldad
lo virtual era concreto ya entonces
también en el ceño de von Karajan o en fugas
neoyorkinas de dalí
inútilmente lo reclama esta pléyade
es que ella no supera su archipiélago
para calar en la esencia dijo el maestro a flote
como yo pobre a tope del oleaje
es necesario alumbrar su complejidad jamás
confusión en los altillos
sólo evapora la sencillez no abigarrada
todo disuelve hacia adentro si lo sabré
la vida desvanece moja el interior de la armadura
mueren en su evanescencia el amor
las memorias vuelven al humo
cien rumbos en centena de vacíos verticales
© Carlos Enrique Cartolano. Regresos, 2013
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