buscándole un reparo al encierro
mi mediodía de sol intenso aunque de invierno
llegó recién con sonidos de campana
y no sonaba al paso de lepras bíblicas
ni marcaba fin o inicio a cualquier escuela
de sordas algarabías no
era pavlov quizás su émulo o discípulo oculto
entre los árboles
que experimentaba condición auditiva
reflejos motrices en sus perros
y no se trataba del heladero de uno de los últimos
vendedores de barquillos
ni del carro de garrapiñada y manzanas
surto siempre tras la catedral no
eran todas las campanas la voz de bronce
que acompañó mis tardes
tocando cuartos medias y horas de mi pueblo
hundido en la modorra
© Carlos Enrique Cartolano. Regresos, 2013
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