tanto sumar calcular restar y balancear me olvido
de que no existe el tiempo esa espina presunta pilar
de amores
inmaduros sembrado
de fracturas
ya que todo es fatuo atardece obsta la mirada
la noche es un rubí sin brillo
pero este prado continúa hay guirnaldas de luces que
orillan senderos
me florecen despiertan sabores
y aromas
ya que atan las bocas me pronuncia el beso a
deshorizonte
todo podrá cambiar entonces menos tus labios cráteres
de la luna estaciones del sueño dedos de la primavera
pelajes del alma
en ti anclado todo puedo soy la oreja de Van Gogh
para escucharte la mirada azul de Pablo que copia tu
sonrisa
© Carlos Enrique Cartolano. Del riguroso delirio, 2013
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