Canta como arroyito ingenuo útil al paraguas la mañana
Medio abrir a ojos de escenas cotidianas al salir al
quedar
Contando las cucharadas de yerba los pasos a las siete
Del vecino superior la cerradura del pasillo siete y
veinte:
La vida estrecha el curso y canta mansa húmeda silba.
Al salir al quedarse bajo la lluvia entreabriendo
ventanas
Dentro: anotaciones de agenda que reiteran cumpleaños
Se mojan confunden mustias ajan su encierro de flores.
Sirve el paraguas a líquidos externos no al alma a
tragos
Interiores de ese amor que brota de mañana y sin
lógica.
A veces resulta necesario usar un tarro de pintura
cruzar
Las espaldas a algún recuerdo con rojo de azul o blanco
Distinguir así lo que resiste aún de lo que opaca.
Mantiene
A flote o naufraga los visillos pese al paraguas: el
arroyito
Empuja jamás perdona a lo que se queda y evita
mojarse.
Cruzo a la plaza el can al extremo de la correa el
paraguas
Arriba la lluvia más arriba. O en lo que el marco
encierra:
El ángel va y viene lleva y trae dibuja y borra
secuestra o
Difunde. Aletea sobre el arroyo y después sacude sus
alas
Bendice bautiza envía bajar al celeste. Nos mantiene
vivos.
© Carlos Enrique Cartolano. De A vuelo de ángel, 2012
Ilustración: Itzvan Sándorfi
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