La
mayor parte de mi vida desconfié de la matemática, sin acordar conmigo mismo si
debía referirla como singular o plural. Vine pensando, con enormes ignorancia y
egoísmo, que esta disciplina se oponía al ritmo espiritual, a la letra, y al
lenguaje lírico. ¡Qué chasco! Ahora me entero: mucho antes de que Fibonacci –Leonardo de Pisa–
escribiera su tratado, la secuencia Fn
era estudiada en las escuelas de la India, porque tanto Gopala –1135– como Hemachandra
–1150–, se interesaban desde mucho tiempo atrás en los patrones rítmicos
aplicados al lenguaje. Y quizás haya pocas cosas más próximas a la elegancia del
verso que el nautilus, o aun las
espontáneas floraciones de alcachofa y girasol, o ¡no olvidármelas!: las piñas
de coníferas. En la naturale-za toda y en el cuerpo –razón áurea– rige el número, que fue dios de mayas.
El número
(c) Carlos Enrique Cartolano. Pajareras Imaginarias, 2018
Ilustración: Nautilus
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