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1 de febrero de 2013

palabras





la palabra es bronce                    la palabra es viento
entre medio un músico estira ata la coyunda breve como un soplo
ellos mueren jóvenes                   viven de apagar la sed eterna

antes del poema va el sueño entre borrascas y después no queda nada
si no suena el instrumento            la mañana avanza hueca
el mar se retira cuando cesa el músico
entonces nada arrastran las ráfagas de arena    
porque al mediodía el viento sube al paro

nada de nada sólo huevo en la sartén del infinito
repite lugones maestro del poema con música argentina
(aunque no sea yo quien revele identidades al astro evite la rima
omita condición estrellada del huevo en los aceites)
                                               nada hay en las maletas
de heidegger nada que construya o devele sólo la nada ese ontos
diferente que riñe multitudes

nada más que la palma del reloj cuanto kant atesora
entre tantos despojos porque nada resta arrojar
en hogueras de vanidades            sin obras temerarias
sea la paz de miguel ángel y la extensa confesión de galileo
nada queda todo vuela                 no permanecen podios ni calzados
ya nada cabe en la pizarra de einstein ni algo más que piedras
en la boca de demóstenes

nada separa nada ata sólo el limpio corte de alejandro diluye la distancia
no queda más que un rictus tembloroso en obradores de tortura
como en dolores de la víctima       nada de nada el gatillo y nada más
separa la vida de la muerte

la palabra es bronce                    la palabra es viento
música es la lengua brisas tiende la palabra nada más heredo
sólo atiendo el trabajo de mis manos operarias

© Carlos Enrique Cartolano. Del riguroso delirio, 2012

Ilustración: Antonio Pujía

2 comentarios:

eli mendez dijo...

Cuánta inspiración hecha "palabras"! Magnífico Carlos, siempre un grato placer leerte! Saludos!

Carlos Enrique Cartolano dijo...

Gracias, Eli! Mis cariños!