Siempre hay una huella abierta siempre alguien espera
Río arriba puliendo el cristal del otro lado del
puente
Afila ángulos de sus párpados. Siempre en la otra
orilla
La marca de la espera descubre una cuerda invisible
Convoca plateada la corriente: es la saina brida de
Dios.
Siempre hay quien va y quien recibe dos que al unísono
Cargan multifocales en la palabra huelen en francés
Palpan preferentes el azul. Siempre existen
confluencias
De noches crepúsculos de paz y de ternura. La poesía
Es la emoción de una jaula abierta. Es duplicar la
llave.
© Carlos Enrique Cartolano. De A vuelo de ángel, 2012
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