Ilíada I, 47
La guerra la hizo viuda y botín del héroe:
Briseida de bellas mejillas en manos obstinadas
Envuelta en lágrimas o atravesada por penas
Ella misma pausa la lucha. Ella misma peso
Y barrera para la voluntad de Aquiles semidios.
Nadie sabe si entre guerreros pudo amar.
Si lloró a su familia o si acaso imploró
Permanecer junto al captor. En tales lides
El dolor de una mujer no cuenta y menos
Si es la esclava Briseida de bellas mejillas.
¿Tuvo rostro una cautiva? ¿Tuvo sangre?
Jamás conoció amantes sólo verdugos
Atados sus ojos a la mirada de tiranos
No sabe nadie quién la elogió al decir:
Las bellas mejillas de la esclava Briseida.
Además de Homero claro quizás la amaron
En silencio otros sin pretensión oportuna:
Ulises o Néstor o Apolo Helios que pesaba
De uno u otro bando y cultivaba la belleza.
¿Quién testó bellas mejillas en Briseida?
Aquiles negro de furia: de sí cautivo
Sólo miró en Patroclo potentes caderas
Tuvieron dueño sus besos. Los que quizás
Añoró Briseida de bellas mejillas si alguien
Cree todavía que se enamoró del héroe.
Después ya se sabe Aquiles lloró sobre el cuerpo
De Patroclo y Grecia sobre el cadáver de Aquiles.
Se extremó la lucha cayó Troya y fue leyenda
El regreso de los héroes y el ardor de los vencidos.
¿Qué fue entonces de las bellas mejillas de Briseida?
Rodaron entre aedos y rapsodas violando edades
Y fronteras. Fueron botín de occidente nueva
Esclavitud en otras tiendas: Juglares y códices
Y augustas bibliotecas y esta Ilíada de gredos
Cuando me enamoraron bellas mejillas en Briseida.
© Carlos Enrique Cartolano. De Negro de hueso, 2012
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