Pérdidas
Después del último tsunami
Comencé a perder los dientes.
Antes fue el sueño y el gusto
Por ciertas comidas italianas:
Es que aún arde la conciencia.
En la ventana
Cuando el espíritu se asoma
O cuando me autoriza el cascarón
Ahí topo el quinteto. Cara
Del verdadero ésta que observa
Esconde la seca: vil careta ajada.
El viejo
Observa sólo mira impotente
Inútil amorfo no querible cojo
Mascarón sin barco mapa
Sin territorio que viene suspendido
De mis ateojos columpiando.
Memoria
Es el cuerpo: el que condujo
A veladas y jolgorios dibujaba
Sonrisas del alma. El mismo
Que ahora duele porque acaba
Aterriza o evapora o desintegra.
Jardín a oscuras
Y ya no escribe ni traza
Estrías arroyos al corazón
Ahora calla. Y está tu risa:
Esa fruta madura secciona
Mis manos. Inasible inasible.
Conciencia
Entonces veo lo mejor de mí:
No tiene manos ni palabras
Corre encerrado en prisión
De hueso y carnes mustias.
¡Y para peor estos tsunamis!
Torpeza
Él no los ve los pisa los echa
A rodar como bolitas o quiere
Hacer que vuelen entre insectos
De luz de noche. No son
Para el cuerpo los quintetos. No.
Antiguo ardor
Arde la conciencia digo. Todavía
Advierto y espero y me sorprende
La tarde en sus rubores de dama
Triste. O la noche y su bullicio
De perros olvidados al sereno.
(c) Carlos Enrique Cartolano. De Brida, 2012
No hay comentarios.:
Publicar un comentario