porque no quedaron gradas/ el agua cortaba los médanos
batía impiadosa y sin memoria bajo huellas
ni voz ni manos bastaban/ la belleza iba
en el aire aunque sin alas/ otra raza de ángeles nacía en
el silencio
del abrazo salvaje y animal
comprendí urgencias del marco/ recuadrar realidades del
cuerpo
y los sentidos/ dibujé en cada signo un símbolo:
sin que me atravesara el trazo fui incluido/ entonces
transparentó materia en mí el lenguaje
comprendí que no había pérdida sino transformación/ el
tiempo
era la pala y no el detrito que apilaba/ sonó
intrascendente
el cúmulo/ baladí el decurso/ la masa volvía a levar
cada mañana al frotar mi piedra sobre gramillas de avistaje
y los setenta jardines eran hoy/ una lid el dolor la
reconquista
piel con médula/ hueso y palabra/ antes que antes: la
palabra
© Carlos Enrique Cartolano. Setenta jardines, 2016
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