El origen
de la existencia es el movimiento.
Esto
significa que la inmovilidad no puede darse en la existencia,
pues de
ser inmóvil regresaría al origen: la nada.
Por esta
razón el viaje no tiene fin, tanto en el mundo superior,
como en
el mundo inferior.
Kitäb Al-Isfar, El libro de la revelación y los efectos
del viaje (Siglo XII)
por
causa de avatares de la noche recién amanecido
el
día me impuso descanso/ cada hito de bruces a los pies
y
plumas perdidas en delirios de estación
así
vuelvo del mundo inferior:
no
es cuestión de nombres parece/ cuanto estuvo entero
yace
fluido entre escombros
lo incompleto
asume formas
y el metal
huye en elipses infinitas
hay
un horizonte repuesto en la mirada/ el vaivén de las mareas
cuanto
fue fijo es mutante y el misterio se desviste:
llevó
pieles de áfrica la noche/ dije que este brillo aturde
presión
de surcos es
escozores la semilla
mansa mi
aguja te penetra
©
Carlos Enrique Cartolano. Patriapalabra, 2016
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