En torno a En este duro oficio
//Coedición de Imaginante Editorial –Argentina- y
Biblioteca Piloto del Caribe –Barranquilla, Colombia)//
Esta antología de Jorge
Paolantonio recoge poemas de todos sus libros, por lo tanto de diferentes
momentos y lugares de producción literaria. Se trata así de una edición
encantadora, por la suma de virtudes literarias del autor, como por el ensamble
de voces y niveles de lenguaje. Salvo honrosas excepciones no he integrado
antologías colectivas; tampoco prefiero su lectura. Creo que las diferencias
expresivas de los antologados terminan confundiendo al lector desaprensivo, al
punto de perjudicar en muchos casos la suerte de la poesía editada. Pero las antologías individuales me resultan
prácticas y siempre me dejan satisfecho; básteme comprobar la presencia de
poemas que recuerdo y he preferido. Además, siempre hay razones para que un
poeta elija determinados poemas y resulta muy interesante inquirir por ellas en
lecturas y relación contextual.
… acaso hayan rasgado mis vestiduras
y esta desnudez
ya
sea el canto (Del orden y la dicha -2011-)
La
poesía viene invariablemente forjada por raíces, por el origen, por argamasas del hombre primitivo, aquel de
todas las preguntas. Y el poeta hoy salta por encima de las estructuras
culturales y descubre –en su desnudez- el lenguaje, toda sorpresa, la mayor
parte de los cuestionamientos que ha resuelto (bien o mal, siempre
provisoriamente) la humanidad al cabo de tantos siglos. La poesía es también
resistencia frente a la desvalorización de la vida, ante el nihilismo que poda
de muerte y dolor a la existencia, como si pudiera escindírsela y vérsela desde
una posición única. Qué importante es la respuesta del poeta cuando su
producción puede verse como la nueva
religión del hombre contemporáneo.
He
preferido en la selección que comento el poema self portrait (autorretrato) perteneciente a Peso muerto/ Dead weight (2008), porque al hablar de sí Jorge
Paolantonio revisa la existencia de la humanidad toda y deja claro cuán
importante es la muerte, siempre creadora de vida:
fin y cabo de mi propia historia
tanto desvestir mis santos
mi infancia demorada adolecer violeta
tanto elegir tanta catástrofe
esta prisa
para quemar las naves bajo el puente
y esperar que una lluvia lave
la sucia perra soledad de lo que acaso
importe sólo a medias
(…)
no quedar en ojos que saben que nos
vamos
vestirme de nerón para fotografías
morir en flash es vivir siempre.
El hombre, ser
discontinuo en busca de su continuidad, diría Bataille. O bien, el hombre insaciable
envuelto en una madeja de deseos que buscar resolver por sí, antes de que los
atienda (invariablemente mal) el tiempo social, la técnica o la droga, que
desembocan en soledad del existente.
Aprecio la riqueza de
una poesía viajera que pese a su
homogeneidad parece haber sido escrita en muchas y todas las estancias del poeta:
… todo tiene un doble fondo
un pie que no se ve
un estante oculto
una mentira que aprieta su sonrisa
y duele como muela mala…
Duele como muela mala, verso para recordar a mi parecer,
infantil en su musicalidad, propio en su contexto de un razonamiento exquisito
aunque sencillo y popular. Esta es la otra característica de la poesía de
Paolantonio: la incorporación del habla y la sabiduría familiares, los
personajes cercanos al poeta que son tipos del noroeste y mitos del pueblo.
Trabajos como Álbum de familia (Huaco, 1999), en los que la historia del
poeta pasa a un plano de generalidad; entrega herramientas para un lector mirará
con óptica suprarreal en su propio interior:
… un párpado
más abierto que el otro
para espiar el más allá…
Y cada vez que
Paolantonio revisa su historia, su itinerario
(ahora en Extraña manera de asomarse
-1989-), lo hace con una mirada útil a todos, limpia, cristalina, universal
casi, dueña de una lente potente que ve en la profundidad:
Les diré
que anduve por los ojos y en los labios
que no supe el camino
hasta ver más allá de los espejos
que olvidé –con tanto olvido-
el color de mi único lugar
que fui silencio
-casi una mudez empecinada-
y que no quise sino patios descalzos
acaso alguna noche
-una noche tan sólo-
tuve al ángel cuidándome los nombres
Esto diré a los hijos de mi asombro
Soy uno de esos hijos, poeta, y seguro estoy de
que muchísimos más lo somos. En este duro
oficio, a través de la lectura, se producen fenómenos de gemelización,
congregaciones o plateas silenciosas, y aún altares. ¡Bienvenida tu voz siempre
Jorge Paolantonio!
Carlos Enrique Cartolano
1 de enero de 2016
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