… Ahí yace Caronte, que gobierna la lúgubre costa
(…)
Sus ojos son como hornos huecos en el fuego …
Virgilio, Eneida. Según la traducción de John
Dryden
sólo se apaga la pasión durante el cruce
diluida en aguas de aqueronte
ese río que puede nombrarse estigia
la corriente que el barquero atraviesa
cada noche dicen que eligiendo
sólo a quienes pagan.
acaso la pasión termine en un óbolo
echando monedas para la boca
del muerto acaso se someta la lengua
al cerrojo de la muerte extravíe
las llaves a manos de caronte el mudo
que extrema destinos con el remo.
habrá que reunir riquezas dicen
o pasarse de largo de la muerte sumar
cuerpo a la pasión combustible a la mirada
olvidar esa ribera confundir barqueros
echarle suertes al vino coronar la reina
mantener alta la llama y sin carontes.
© Carlos Enrique Cartolano. La lengua es un pestillo,
2013
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