sé de alguien que escrutaría mi niño suelto
de esta mañana
cuando acumulo regresos suficientes
para estirarme en cien poemas
no afanarme con un ábaco o con el sol
pespunteado a través de la cortina
esas cosas engullen tiempo espera y nervio
descreo de cantos supérstites
de orfeo y de eurídice devuelta
la existencia consiste en recomenzar
siempre se renace creo en otros ojos
así apunto al océano hasta que el horizonte
trague las velas establezco
un patio de naranjos donde discurrir
vida de muerte o sujeto en propia carne
reflejos de una llave de agua
siempre puedo atravesar valles del polino
entre tirreno y adriático para eludir piratas
en messina
circunferencio abrazo en el idioma
porque yo también corrí detrás de caballadas
y aprendí a empujar los invasores
con el largo de mi lanza
también manifesté impaciencia y rebeldía
y concluí en tres por cinco convaleciente
de un viaje como tantos
cuando ya el invierno bajó la cuesta
me invitan claridades
asoma sus maderos la palabra
dispuesta a navegar
© Carlos Enrique Cartolano. Regresos, 2013
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