hasta aquí mi cuerpo obedeció al curso
manso del río/ me acostumbré a su idioma
sus señales químicas de placer dolor
apropiadas a un ángel mortal y amante
después avisó la carencia/ mojó las plumas
como siempre las fronteras/ cruces
y desvíos confunden a plazo basta insistir
en aireado batir de alas para entender
que el alma cobró terreno/ creció sobre la piel
con otra sangre y otro hueso
distinto es su idioma diverso el ámbito
el ángel desplegó alas más grandes
hasta respirarme con su inmortalidad.
© Carlos Enrique Cartolano. Pájaros, 2014
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