El carácter destructivo sólo conoce una consigna:
hacer sitio; sólo una actividad:
despejar. Su necesidad de aire fresco y espacio libre
es más fuerte que todo odio.
Walter Benjamín: El carácter destructivo, de Discursos Interrumpidos I
Mientras cepilla estantes libres
Del guardarropas vacío concluye:
Otro recinto habrá detrás de éste
Y otro más –el más distante-
Clausurados ambos. Es definitivo
Que a nadie preocupó copiar sus llaves.
No sabe qué apilar sobre qué
Continuará soportando:
Debajo de epílogos y albores
Esconde llantos que abortó
Quién sabe cuál esclusa en fuga.
Un salpicado de lágrimas –conviene-
Alcanza para cepillar estantes.
En otros guardarropas –los candados
Los de otra vida y otras tardes
Con manzanas maduras de sol-
Están sus viejas pieles. Las mudas
De ofidio o de lagarto. Esferas
De algodón para asomar vellosidades.
Y pelusas que el otoño arrastra
Con canastos despojados. Crisálidas
Rotas. Cabellos quebrados. Larvas
Ambarinas de cigarras como fetos
Que huelen a tierra. Revividos ecos
En la hilera de cuatro casuarinas.
Sigue cepillando pero se apura
Por ganarle al día y sus sombras
-Es necesario destruir para cambiar-:
El fugitivo respira cuando alza la maza
Y rompe. Por breve tiempo nada necesita
Corretea libre en los estantes.
(c) Carlos Enrique Cartolano. De Bridas, 2011.
(c) Carlos Enrique Cartolano. De Bridas, 2011.
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